En las mañanas me gusta ver a mi mama tomar café.
Se levanta muy, muy temprano, y lo primero que hace, aún antes de que salga el sol es preparar café.
Lo hace muy despacio, y lo sirve en una taza con animalitos dibujados. Se sienta en la mesa y toma la taza con las dos manos y espera a que se enfríe un poco. Y mientras espera, parece como si estuviera en otra parte, porque no se da cuenta que estoy en piyama, en la puerta de la cocina viéndola. Todas las mañanas.